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La excelente decisión de Regatas al redoblar la apuesta

Después de un final indeseado, donde además de no lograr el ascenso a la Liga Argentina, el Náutico fue discriminado por la AdC al negarle la compra de una franquicia que ya tenía arreglada con Echagüe de Paraná. Lejos de tirar la toalla, la dirigencia del básquet de La Ribera rearmó su plantel con más jugadores de jerarquía para lograr el sueño perseguido.

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Ese desenlace feo y destructivo, tan lejos de lo soñado y planificado, habría generado el abandono y el resentimiento de cualquiera. Tanta injusticia en poco tiempo, sumado a no poder alcanzar el preciado objetivo de ascenso, más el indudable daño económico que significó no poder jugar los dos partidos más importantes de la campaña en su estadio con la recaudación que eso implicaba, ya era demasiado golpe a las entrañas de la dirigencia que tanta ilusión se había generado y tanto esfuerzo había realizado. No contentos con herirlo en el camino a la gloria, la AdC les rechazó la única compra de plaza sobre tres por no cumplir con las condiciones mínimas, así rezaba el absurdo documento cuando la realidad es que le dieron el lugar de Echagüe de Paraná a una inexistente alianza cuyo propósito fue mantener al descendido Tomás de Rocamora del poderoso dirigente Losada (amigo del pope Fabián Borro) en la segunda división del básquet argentino. Todo, pero todo, le jugó en contra fuerte a Regatas.

Ante tan desolador panorama, los jóvenes directivos del básquet de Regatas tenían varios caminos para tomar. Hasta acudir a la Justicia para revertir la arbitraria decisión de la AdC de negarles comprar la plaza de los paranaenses. Seguro que le darían la razón. Pero eso era sacar los pies del plato, como los advirtió un encumbrado dirigente de la organización y dieron por terminada la injusta contienda, no sin acumular, dolor, bronca y frustración.

Pero esos sentimientos que golpearon por pocos días, se transformaron en ganas de buscar la revancha, de no quedarse en los laureles, de ir por mucho más. La grandeza se demuestra de esta manera, no de otra. Porque llegar a la cumbre es fácil, lo difícil es mantenerse. Y Regatas, en el marco económico de un país que mucho no ayuda, volvió a nacer enseguida. Gracias a su joven dirigencia de básquet, quienes junto con el entrenador Pablo Dastugue resolvieron enriquecer aún más el plantel para ganar otra vez el Prefederal 2024 y conseguir el ascenso en el Federal 2025.

El primer gran paso era renovarle a Carlos Báez, el MVP de la 2023/24. El misionero de Oberá exhibió un nivel descollante en ambos partidos ante El Talar (28 puntos en cada uno) y era prioridad absoluta. Regatas lo consiguió, pese a que era muy pretendido. Luego, se aseguraron al base revulsivo e ídolo de la gente como Nicolás Lemme, de enorme evolución en la última campaña, retuvieron al rendidor Valentín Ingrata que siempre juega con el corazón y al pibe de fantásticas condiciones técnicas, Juan Manzano.

El primer impacto llegó con el arribo de Alejandro Ettorre, el ex escolta de Provincial que brilló en las últimas dos ediciones de la Liga Argentina. Se trata de un jugador de mucho carácter, desequilibrante con sus rompimientos, férreo defensor y de enorme coraje. Un paso adelante porque Ale, que jugará por primera vez en un club fuera de Rosario, tiene jerarquía.

En el medio llegó la renovación de Patricio Rodríguez, el capitán y símbolo azul-naranja, cuya presencia siempre es valiosa para sus compañeros tanto dentro como fuera de la cancha. Pato tiene 39 años y le seguirá aportando toda su experiencia a Regatas. También se anunció la continuidad de Juan Martín Ibarra, un pibe de buen porte físico que llegó a mediados de la pasada campaña pero no pudo actuar por falta de cupo en el plantel.

Pero sin dudas, el mayor estruendo llegó con el fichaje de Nicolás Jesús Ferreyra. Porque además de la importancia y el valor de tener a uno de los mejores de la historia del básquet nicoleño, Nico siempre fue un ídolo de Belgrano, el clásico rival. Además, su llegada a La Ribera generó una revolución en las redes y en todos los ámbitos. Nico volverá a ser dirigido por su mentor Dastugue, el que siempre lo quiso en su equipo. El que pulseó con el Rojo para tenerlo en la pasada temporada y terminó perdiendo. Pero el deporte siempre da revancha. Y Nicolás vivirá una aventura desafiante desde todo punto de vista y algo que íntimamente deseaba experimentar, más allá del valor de integrar un equipo que se arma para ser campeón.

Por si todo lo anterior fuera poco, hoy cerraron dos jugadores muy importantes. Uno es el ala pivote Santiago Ibarra, hermano de Juan Martín que viene de destacarse en la Liga Argentina con Atlético Pilar. Y después de varios días de frenéticas negociaciones, se concretó la esperada renovación de Nicolás Rodríguez. El Toro, quien puede ser alero o ala pivote llegado al caso, fue uno de los mejores en la 2023/2024 destacándose por dejar siempre la piel en la cancha. Es un roster con mucha jerarquía individual. Ahora Dastugue tendrá la misión de armar un equipo.

En los últimos años Regatas fue el representante del básquet nicoleño que más lejos llegó en las competencias profesionales. Nada ocurrió producto de la casualidad. Estuvo cerca del ascenso cuando cayó con Provincial hace tres años y quedó a un paso ante El Talar en la última. Todo como consecuencia de una dirigencia que apostó fuerte siempre. Y que ahora, en lugar de abdicar ante las adversidades, va en busca de la gloria conformando un plantel muy calificado que ilusiona más que nunca.

 

Fuente: Ignacio Arámburo

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