Historias

Los cronistas siempre hacen la suya

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(Por Javier Tisera) Este es mi recuerdo para Guillermo Cepeda por cumplirse un Día del Periodista y porque el olvido tiene presos a los que tienen que recordar. Porque los cronistas de calle parece que no dejamos recuerdos, será que somos casi como la gente, nos mimetizamos con nuestros entrevistados o les molesta que nos apropiemos de la libertad de los vagabundos y terminamos la jornada en un bar.

Queremos recordar a un cronista de espectáculos que en los finales de los 70 y principio de los 80 fue un hombre que desplegó su trabajo e hizo crecer la crónica de espectáculos. Guillermo Cepeda siempre fue referente para los periodistas más jóvenes en los momentos más duros de la profesión. El era un cinéfilo que llegó a la radio y que tenía columnas en diferentes programas. Pero siempre estaba con nosotros en la noche, hablando de cine de la producción o de los casting y de los directores clásicos…Guillermo aconsejaba “no hay olvidarse de los padres; se puede vivir sin tener que matar a los padres” del género.

La dictadura ya daba sus últimos estertores. Se estremecía con una primavera democrática que iba metiendo en todas las gargantas. En un auto viajábamos hacia Rosario dos periodistas y un fotógrafo, el objetivo era cubrir el recital de la Negra Sosa que aún estaba prohibida. El periodista radial Guillermo Cepeda había sido el de la convocatoria, el fotógrafo Luis Mangiamelli su compañero de ruta; y yo que había sido invitado de “puro jeringa”- al decir de Estela Oddone encargada de locales de El Norte.

Guillermo capitaneaba “la troupe” aunque el auto era de Luis. Yo había caído a ese emprendimiento sin estar muy seguro que alguien publicara mi nota; pero de todas maneras nunca me privé de asistir a las ceremonias populares. Siempre tenía una carta en la manga; el había entrevistado a la Negra Sosa unos años antes y eso nos aseguraba algo de llegada. Ni bien llegamos al estadio, donde se realizaba el recital, nos acreditamos y pudimos obtener las credenciales que nos aproximaban un poco más a lograr una nota. Y tuvimos nuestros cinco minutos de gloria, pudimos llegar a hablar con la Negra y con su hijo: la conversación giró en torno al exilio de los artistas argentinos; Guillermo hablaba con la Negra Sosa de igual a igual.

Luis Mangiamelli recuerda para El Informante que conoció a Guillermo Cepeda en 1974 en Somisa, “Guillermo era supervisor en el Departamento Suministros y yo había entrado dos años antes; nosotros trabajamos juntos hasta 1983. Un día viene y me dice que le habían ofrecido un espacio en un programa de radio, y el encuentra la posibilidad de empezar a hacer algo que a él le gustaba mucho. Y, además, le permite asistir a eventos y conocer gente del espectáculo”.

Luis lleva a sorbos el café cortado y va recordando pasajes de los tiempos compartidos con el periodista. “Yo era un fotógrafo aficionado, había hecho algunos cursos, pero no era mi profesión. Y en un festival de Cine que se hace en el Colegio de Abogados, Guilermo se contacta con críticos de cine y actores; y nos invitan a a hacer notas a Buenos Aires”

 Antes del Martín Fierro

Las fotos que ilustra esta nota son de Luis Mangiamelli que acompañó a Guillermo Cepeda a la entrega de los premios a los actores argentinos, pero que todavía no se llamaba Martín Fierro que se organizaba en ProMúsica en calle Florida. Ellos dos fueron los únicos representantes de la prensa del interior del país.

Luis hoy pasa aquellas diapositivas con nostalgia aunque siempre van acompañadas de una anécdota o de un recuerdo para Guillermo. “Una vez estuvimos con Víctor Heredia que le daba trabajo al Negro Merellano como presentador porque estaba prohibido en los medios. Entrevistamos al flaco Spinetta cuando vino al Teatro o a Camilo Sexto cuando vino a los carnavales en La Emilia. Todos los espectáculos que llegaban a San Nicolás y los que se hacían en la zona; ahí estábamos con Guillermo”.

Cepeda empezó en radio, pero tuvo su paso como cronista de locales en el Canal 2; además aportó sus comentarios de espectáculos y de cine.

A pesar de tener que parar la olla todos los días, eso no le impidió ser colaborador de El Norte escribió una columna en la Revista Acero.

En muchas ocasiones nos cruzamos trabajando para distintos medios lo que permitía compartir después del trabajo una cerveza y chequear nuestras agendas. Después la vida dispersó a aquellos cronistas que éramos y Guillermo puso un lavadero, pero nunca abandonó la pasión por el cine y las charlas.

En la ciudad no lo recuerdan, quizás porque andaban por el mundo sin vender “chapa” o quizás porque al decir de García Lorca: “Lo que en otros no envidiaban, ya lo envidiaban en tí”.

Guillermo Cepeda se fue del mundo con crónicas y noches para entretener a los ángeles, con hijos a retaguardia y había mostrado que desde una sección de espectáculos; se podía hablar del mundo. Se fue joven, pero dejó en mi generación una impronta que sigue teniendo vigencia las estrofas de Miguel Hernández: “Soy como el árbol talado que retoña, y aún tengo la vida”. 

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