En el corazón de Pergamino, una ciudad donde las historias se tejen con los lazos más fuertes de la comunidad, había un hombre que brillaba con una luz especial: Carlos Antonio Palaversich.
Desde sus primeros días en esa encantadora urbe, tras su llegada de su querido Rancagua, se erigió como un pilar fundamental, un vecino que trascendió generaciones y dejaría una huella imborrable en el alma del pueblo.
La esquina de Echevarría y Perú, donde la vida de Carlos comenzó a tomar forma, se convirtió en un símbolo de arraigo y pertenencia.
Con el zumbido de la peluquería de su padre Antonio y el bullicio del almacén de ramos generales de su mamá Elsa, aprendió los valores de trabajo duro, dedicación y amor por la familia.
La Escuela Normal Superior “Dr. Joaquín V. González” fue su crisol intelectual, donde cultivó su mente mientras su espíritu se nutría en las canchas de fútbol, donde defendió los colores de Racing Club con pasión y orgullo. Y su destreza lo llevó a ser parte de la Selección de Pergamino.
Pero fue en el mundo de los negocios donde Carlos brillo con luz propia. Allá por 1969 incursionó en el corretaje de semillas, sembrando en 1972 lo que sería su legado más preciado: Palaversich y Cía. S.A. Una empresa que no solo cosechó éxitos comerciales, sino que también se convirtió en un bastión de valores como la calidez humana, la responsabilidad y la amabilidad.
Carlos, un hombre muy de familia, encontró en su esposa; hijos –Nicolás, casado con Belén y María Eugenia, esposa de Alejandro– y nietos –Conrado, Pilar, Amparo y Elena– el verdadero tesoro de su vida.
Amigo de sus amigos, compartió risas y alegrías en el Club Social, donde todos los viernes se reunía al calor de la parrilla para disfrutar de la camaradería que solo los lazos verdaderos pueden ofrecer.
Su amor por el deporte y su compromiso con la comunidad lo llevaron a colaborar con numerosas instituciones, dejando su pisada en cada rincón de la ciudad. Su pasión por River Plate y su devoción por Douglas Haig eran solo un reflejo de su pasión por el fútbol y su profundo amor por lo pergaminense.
El tiempo pasó, pero el legado de Carlos Palaversich perdurará en cada rincón. Claro que su partida deja un vacío difícil de llenar en familiares, amigos y allegados, pero su recuerdo seguirá vivo en el alma de quienes tuvieron el privilegio de conocerlo. Porque fue un verdadero ícono de Pergamino.