
Por primera vez en cinco años, los precios mayoristas registraron una leve baja. Sin embargo, en los negocios de cercanía, esa caída no se traduce en un alivio para los consumidores. Según Abel Gagino, referente del sector supermercadista local, “hay estadísticas que hablan de una baja del 3%, pero en el día a día eso no se nota”. Explicó que “las empresas bajan algunos artículos puntuales, como papel higiénico, ciertas yerbas o aceite, pero no es una tendencia generalizada”.
Según su análisis, las grandes y medianas empresas lanzan ofertas en productos con menor rotación, pero los bienes más demandados mantienen sus precios. El aceite, por ejemplo, registró una baja reciente, que Gagina atribuye a la falta de ventas. “Hoy muchas empresas prefieren vender más barato antes que acumular stock. Hay estrategias distintas: algunas aprovechan el mercado externo y bajan los precios internos, otras simplemente no logran colocar el producto”, detalló.
Además, remarcó que los costos operativos siguen en aumento: “Ni los impuestos nacionales, provinciales o municipales han bajado. Entonces, aunque baje un producto un 3%, eso no cambia el panorama. Si los gastos no bajan, es muy difícil trasladar una baja real al precio final”.
La caída del consumo es otro factor que golpea fuerte. Según Gagino, las ventas cayeron alrededor de un 20%, y eso obliga a los consumidores a cambiar sus hábitos de compra: “La gente se vuelca a productos más económicos. Dejan de comprar primeras marcas o directamente optan por segundas líneas. Esto se ve en todos los rubros, desde fideos hasta productos de limpieza”.
En relación con el consumo de carne, Gagino indicó que si bien no desapareció, muchas familias optaron por reemplazarla por opciones más económicas como el pollo o el cerdo. En cuanto a los lácteos, señaló que no se percibe una caída tan marcada, dado que se trata de productos esenciales para la alimentación de los niños.
La situación también afecta el empleo. El supermercadista reconoció que tuvo que reducir su personal: “Me quedé con tres personas menos. Y lo mismo está pasando en muchos comercios de la ciudad. Cuando los gastos no bajan, lo único que queda es reducir personal. Es lamentable, pero es lo que pasa”.
Respecto a la formación de precios, señaló que muchas veces los comerciantes no tienen margen para decidir: “Recibimos listas con precios sugeridos. A veces conviene comprar en mayoristas de Buenos Aires antes que directo a fábrica. Se ven cosas que no pasaban antes: empresas que vienen a vender directamente a San Nicolás por la falta de consumo en los grandes centros urbanos”.
“La gente no está bien. Y cuando no le va bien al hijo, al hermano o a alguien cercano, el ánimo decae. Eso se nota todos los días”, reflexionó Gagino. A pesar del difícil presente, cerró con una mirada esperanzadora: “Ojalá este camino nos lleve a algo mejor. Si todos apostamos con fe, tal vez en unos meses estemos hablando con otro panorama”.