
Son jóvenes y aprovechan el boom de las redes sociales para comunicar a través de videos y de imágenes estéticas. Respecto al surgimiento del nombre del emprendimiento Mauro manifiesta: “Veíamos las frutas que nos traían muchas vivencias como las mandarinas, esperándolas en la temporada que tienen que llegar”.
Por su parte, Leticia recuerda que frente a su casa siempre había plantación de lavandas y que eso le gustaba mucho. Con el tiempo se dieron cuenta que las iniciales de las palabras con las que eligieron patentar su negocio coincidían con las de sus respectivos nombres y dijeron “es por acá”.
La pareja recuerda que cuando comenzaron con el emprendimiento el aroma a mandarinas que comercializaban a muchos clientes los remontaba a su niñez. “Cuando provienen de una producción donde no le agregan ningún tipo de acelerador de crecimiento el sabor los remonta a esos momentos que vivió. Buscamos volver a esas experiencias para conectarnos desde otro lugar y alimentarnos”, manifiestan.
La premisa de Mauro y Leticia es consumir alimentos libres de agrotóxicos. Tal es así que ella hace veinte años atrás comenzó a explorar la alimentación macrobiótica en una época donde no se conseguían tantos alimentos, solo algunas verduras de huerta.
Si bien no producen ni trabajan la tierra, son un eslabón fundamental en la cadena ya que traen frutas y verduras desde diferentes provincias y auspician de nexo entre productores y consumidores.
“Es un trabajo de mucha conciencia, donde necesitamos de los otros. Tenemos un equipo que nos acompaña desde siempre, hay una red. También acompañamos a otras personas en el paso a paso de incorporar nuevos alimentos”, expresan.
“Hoy en día es tremenda la cantidad de hormonas que se pone hasta en las plantas y todo eso repercute en la salud. Estamos viendo muchos casos de niños con problemas hormonales tremendos. Eso es lo que a mí me empuja a seguir haciendo un compartir porque me preocupa mucho. Estamos en la generación de lo empaquetado, de todo fácil, rápido y de priorizar otras cosas.” reflexiona Leticia.
Además de comercializar frutas y verduras orgánicas, Mauro elabora comida a base de productos ciento por ciento orgánicos. Focaccia, canelones, tartas, panes, hummus son alguna de sus producciones. “Es una cocina consciente, tiene una energía particular. Todo lo que utilizamos es orgánico, extraemos los condimentos de nuestra propia huerta”, comenta.
Ambos concuerdan que una de las cosas que aprendieron este último año fue a valorar lo que la tierra ofrece y que lo importante es ser creativos con las verduras que la naturaleza brinda en cada temporada.
“Los alimentos tienen un proceso y un tiempo de espera, aunque queremos resultados inmediatos. Esto lo llevamos a la vida misma. Uno tiene esa ansiedad de que las cosas sean ya pero todo tiene su maduración al igual que en la naturaleza”, concluyen ambos.