Sociedad

Es fanática de las moscas y como entomóloga forense resuelve casos policiales a partir de las larvas que crecen en los cadáveres

La temática en el último cumpleaños de Ana Julia Pereira eran moscas: dibujos de moscas en la torta, en la invitación y en la carta de su hija. Es científica, doctora en biología, tiene 38 años, vive en Plottier, provincia de Neuquén, y también juega al básquet. En el país solo hay otros ocho profesionales como ella capaces de estimar el intervalo post-mortem gracias al estudio de crías de insectos

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Luis Omar Giménez mató a Carlos Curruqueo a las once de la noche del jueves 14 de octubre de 2021. El asesino era un peón rural. La víctima era un gestor que viajó en su camioneta utilitaria marca Renault desde Santa Rosa, La Pampa, hacia un campo de María Elvira, un paraje ubicado entre Cipolletti y Fernández Oro, sobre la frontera norte de Río Negro. Atravesó en diagonal su provincia para cobrar una deuda por la compra de una camioneta marca Toyota. Su homicida lo citó con la promesa de un desembolso cercano a los dos millones de pesos. Pero no le pagó: lo acribilló. Le asestó cuatro balazos, envolvió su cuerpo, lo metió en la camioneta y a la camioneta en un pozo que abrió con un tractor con pala retroexcavadora a ochocientos metros de su finca.

Tres meses después, dos adolescentes que cazaban palomas en un arenal próximo a un arroyo distinguieron un extraño reflejo que brillaba en el suelo. Se acercaron, curiosos. Empezaron a excavar, intrépidos. Encontraron una camioneta enterrada. Tenía el parabrisas roto. Emanaba un olor pestilente de su interior. Llamaron a la policía. En el interior del vehículo había un cadáver envuelto. Llevaba noventa y ocho días sin rastros de vida. La esposa del gestor había denunciado la desaparición ese mismo octubre. Tardaron cuatro días en exhumar la camioneta y recuperar el cuerpo.

A Ana Julia Pereira la convocaron desde el cuerpo médico forense: tenían trabajo para darle. Habían recolectado 2.148 ejemplares de insectos desde siete áreas del cadáver: el pecho, el abdomen, los genitales y sobre la lona que envolvía el cuerpo. Recibió el material. No pudo con su genio y elucubró una historia. Visualizó el conflicto, el crimen, el ocultamiento, la descomposición. Infirió a través de las muestras, proyectó a través del microscopio. “Las moscas son las primeras que llegan a la muerte -dice-. Algunas especies, las que llamamos califóridos, que son las metalizadas de colores verdes y azules, son atraídas por los primeros olores que larga el cuerpo. Viajan kilómetros hasta encontrar un cadáver”. Primero se descomponen las proteínas, después los lípidos. Conforme el proceso de putrefacción, invaden el cuerpo distintas especies de moscas: las “moscas de la carne” primero, después los sarcofágidos, las múscidos, los fánidos, los fóridos.

El ciclo empieza con las moscas conquistando un muerto. Ponen más de quinientos y menos de dos mil huevos, preferentemente en las heridas, donde la humedad potencia la gestación. Si no hay laceraciones, hallan refugio en las cavidades naturales del rostro -fosas nasales, boca, oídos, ojos- o buscan amparo en la zona genital, a efectos de preservar su progenie de los depredadores. Los huevos se convierten en larvas, reemplazan la capa de cutícula que las recubre, se vuelven pupas, emigran del cuerpo. Usan el cadáver para reproducirse. Nacen de un final. Son los primeros indicios de una muerte, los dueños de la primicia. Llegan antes que los escarabajos.

Los restos de Carlos Curruqueo conservaban miles de moscas y escarabajos en sus diferentes estadíos: huevos, larvas, pupas, puparios, mudas. La recolección de muestras le permitió develar algunos secretos del crimen: los insectos se lo enseñaron. “Vas entendiendo cuánto tiempo pasó, vas entendiendo que evidentemente el cuerpo no estaba oculto o en un lugar inaccesible. No estaba completamente enterrado. Tenía que haber una parte del auto por fuera de la superficie”, presume. Le pidió fotos de la escena a la fiscalía y ratificó su teoría. El parabrisas estaba roto: la pala del tractor, en la vorágine por procurar sepultarlo, rompió el vidrio frontal.

Fuente: Con información de Infobae

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