Daiana Leguizamón, apodada “La Diabla”, fue condenada a tres años y medio de prisión tras ser considerada partícipe primaria de una serie de extorsiones organizadas desde la cárcel por Ariel “Guille” Cantero, cabecilla de la banda rosarina Los Monos. La mujer, que cumplía prisión domiciliaria en una vivienda de San Gerónimo al 400, en San Nicolás, operaba como nexo entre Cantero y sus interlocutores, obstaculizando la investigación judicial.
La sentencia fue dictada en el marco de un juicio abreviado, y se formalizó mientras Leguizamón permanece detenida en la cárcel de mujeres de Rosario. El expediente surge de una causa que investiga una cadena de extorsiones a un empresario vinculado al juego, las cuales incluyeron amenazas y ataques a locales entre 2021 y 2023. Según la Fiscalía, Cantero intentó presionar al empresario para que entregara un millón y medio de dólares en concepto de “protección”.
De acuerdo con la acusación, Leguizamón coordinaba las comunicaciones desde su domicilio, incorporando interlocutores en los contactos con el líder narco, con el fin de evadir controles y mantener operativa la red delictiva.
Durante un allanamiento realizado en septiembre de 2023, la mujer fue sorprendida cuando se tragó un chip de teléfono celular frente a los agentes. La secuencia fue reconstruida por el medio Rosario 3, que consignó su frase textual: “Sí, me lo tragué, hijos de puta, ahora no van a encontrar nada porque vinieron por eso”.
La condena también contempló los cargos por destrucción de evidencia y amenazas, y fue firmada desde el penal en el que actualmente se encuentra detenida. Aunque está vinculada a la organización conocida como “Las Diablas”, Leguizamón no figura entre los doce acusados que enfrentarán juicio por asociación ilícita y delitos de narcotráfico a partir del 1º de septiembre en los tribunales de San Nicolás.
Leguizamón, de 32 años, fue detenida el 11 de septiembre de 2023 en San Nicolás y perdió el beneficio de la domiciliaria tras confirmarse su rol como nexo activo de Guille Cantero. La jueza Silvia Castelli le impuso una condena por extorsión agravada en grado de tentativa, destrucción de evidencia, resistencia a la autoridad y amenazas simples. Su vínculo con la banda “Las Diablas” la mantiene en la mira judicial desde hace tiempo, en una trama familiar donde también figuran sus hermanas Brenda y Brisa, esta última implicada en el resonante triple crimen de Ybarlucea tras una boda narco.
